martes, 12 de julio de 2011

KAYROS DOMESTICA PARTE 1

Era cierto que su esposo aportaba mucho para su hogar, de hecho vivía con muchos lujos, ella lo sabía muy bien, pero era inaudito que el precio de una libra de manzanas fuera tan alto en el supermercado, no estaba dispuesta a pagar semejante cantidad por tres manzanas comunes y corrientes... pero se veían apetitosas eso si, ahora Clara estaba entre la espada y la pared, comprar o no comprar las manzanas, sabía que disfrutaría de ellas, sabía que podría hacer muchas cosas deliciosas con ellas, pero también sabía que comprarlas era igual a alimentar la enorme panza del dueño de ese supermercado, significaba que caería victima del consumismo y pagaría cantidades exorbitantes por tres manzanas; después de varios minutos, decidió llevarlas, después de todo, su medico le había recetado las manzanas en el desayuno como parte de su dieta, en realidad había dicho exactamente: "debe comer al menos una manzana por semana", pero ella sabía que esa regla podía romperse si las manzanas alcanzaban del precio de una piedra preciosa.

Ahora que había acabado con las frutas y las verduras, pasaría a los granos básicos, tomó su carretilla y se dirigió al pasillo de granos, pasó por el área de embutidos, luego el de carnes y llegó al de granos, pero cuando estaba a punto de entrar las luces del supermercado se apagaron, el típico ruido de una multitud al enterarse de que estaba en la oscuridad se escuchó y luego las voces y el llanto de uno que otro niño inundaron el lugar; Clara utilizó las luces de su celular para poder ver los precios del arroz, era ella o ¿el supermercado se había vuelto para personas millonarias? el arroz también tenía un precio demasiado alto, pero eso a Claro no le importó ni un comino cuando un grito estremecedor sonó en todo el supermercado, de hecho era extraño que las luces aun no llegaran, ella sabia que el supermercado poseía plantas de energía, pero ese grito lo cambiaba todo, ella caminó con su carretilla hasta las cajas, normalmente ahí había mucha gente y era mejor que supiera lo que pasaba antes de seguir sola por el supermercado.

Las cajas estaban abarrotadas de gente, todas las personas murmuraban cosas, y de pronto un segundo grito, Clara pudo percibir que los gritos provenían de fuera del supermercado, pudo ver fuera, a la luz del día, algunos automóviles aparcados en el gran estacionamiento, pero no era lo único que se veía, también habían personas corriendo mas allá del estacionamiento, sobre la calzada de la calle, Clara se llevó una mano al pecho. Un tercer grito y esta vez quien gritaba entró al supermercado

-¡Cierren las puertas asegurándolas! ¡algo terrible está pasando! ¡rápido, cierren las puertas!- la mujer cayó sentada y se quedó ahí, algunos llegaron a tratar de calmarla.

Muchas personas atravesaron las cajas registradoras y se asomaron a las puertas, llevandose una sorpresa, mas alla del estacionamiento vieron una multitud corriendo despavorida, y pronto esa multitud entró al estacionamiento, algunos incluso saltaban sobre los autos, se dirigían al supermercado.

-¡Rápido, cierren las puertas!- dijo una mujer a voz de cuello.

Los guardias de seguridad corrieron a cerrar las puertas y a asegurarlas y luego cerraron con las cortinas metálicas, obstruyendo la entrada de la enorme multitud y de la única fuente de luz, los gritos de horror de las personas en el exterior sonaban y se hacían cada vez más fuertes, algunos golpeaban las puertas, se podía escuchar incluso, como rompían los cristales de las puertas para luego golpear las cortinas de metal directamente.

-¿pero que está pasando?- preguntó Clara muy asustada, aún con una de sus manos en el pecho.

la mujer que había entrado gritando  se puso de pie y dijo: -fueron los perros, ellos, se volvieron locos, y...-la mujer sollozaba- comenzaron a atacar a todas las personas.

-¿los perros?- le preguntó una mujer que estaba parada al lado de Clara.

-si, los perros...-la mujer se sentó de nuevo y comenzó a sollozar.

-¿cree que se trate de algun brote de rabia?- dijo la mujer a Clara.

-es muy posible, habrá que esperar mientras el ministerio de salud hace algo- dijo Clara.

Los gritos continuaban y las golpizas a la cortina de metal también, de pronto cesaron pero luego un griterío mas grande comenzó y todos pudieron escuchar unos ladridos y luego gritos espeluznantes de la gente, algunos golpes hacia la cortina, algun chillido de perro, ladridos furiosos y luego huesos quebrandose.

-Las puertas traseras, cierren todas las puertas de este supermercado- dijo alguien y los empleados corrieron a las diferentes puertas. 

Clara estaba entre el miedo y la angustia, sentía el estomago tan contraído que creía que en cualquier momento lo vomitaría, escuchar los gritos, los perros y saber que habían personas muriendo allá afuera, niños incluso, era lo más horrible que Clara había escuchado en toda su vida, pero su instinto egoísta le hacía temer más a lo que podría ocurrir si esos perros rabiosos entraran en ese lugar donde no había mucha oportunidad de esconderse, ahí si tendría que decirle adiós  la vida que tanto amaba, a su esposo con quien había compartido, no solo su vida, si no todos sus secretos y su amor. Se sintió más desgraciada cuando vio que ya no tenía saldo para llamarle a su esposo y contarle lo del ataque que estaba ocurriendo en ese mismo momento, la prensa seguramente.... Clara lo pensó y se dio cuenta que era raro que no había sonado ninguna sirena de alguna ambulancia o de la policía, también no escuchaba disparos que seguramente era lo que la policía haría para acabar con alguno de esos animales rabiosos. El celular de Clara sonó, se asustó tanto que pensó que su corazón le saldría por la boca junto con su estomago que ahora estaba tan pequeño como el puño de un bebe, vio de dónde provenía la llamada, era de su esposo y respondió de inmediato

-¡amor, tengo miedo! ¡ ayúdame!

-trata de calmarte, el ministerio ya se está movilizando para controlar el ataque y...

-¿a que te refieres? ¿ya sabias del ataque de los perros? ¿quienes sabían ya? ¿porque no han venido a..

-Todo el país está siendo atacado por animales domesticos, cariño, pero...¿dónde estas?

-estoy encerrada en el supermercado con muchas personas ¡Y NO SABES LO HORRIBLE QUE ES ESCUCHAR COMO ALLÁ AFUERA... CIENTOS DE PERSONAS ESTÁN... ESTÁN SIENDO ASESINADAS POR ANIMALES... Y YO...YO NO PUEDO...- Clara explotó en llanto.

-Mi amor, tranquilízate, pronto esto se acabará, mientras que nadie salga del lugar- un golpe muy fuerte contra la cortina de metal, como si hubiese sido golpeada con una refrigeradora, todas las personas ahogaron un grito, luego otro golpe y otro y pronto las personas en el supermercado comenzaron a gritar, al fondo se podía escuchar un helicóptero- ¿Que está pasando ahi? ¿amor?

-¡no lo sé!, se escuchan golpes fuera del supermercado y las personas están asustadas...

-Oh por dios...

-¿Qué pasa?- preguntó Clara histérica, sabía que esa frase no era común en su esposo salvo razones de peso.

-no creerás... las noticias están haciendo tomas aéreas desde el lugar en donde te encuentras

-¿Y?...

-es demasiado horrible para ser verdad- los golpes fuertes no paraban.

-dime, cuentame que pasa allá afuera

-los perros toman los cadáveres de las personas y las lanzan contra la entrada del supermercado.

-¡¿COMO?!- Clara comenzó a sollozar.

-te lo dije mi amor, trata de calmarte, no salgas de ahí por nada del mundo, al menos me tranquiliza que estés en un área segura, yo también lo estoy, estoy en el décimo piso del edificio y ha sido sellado por completo, simplemente....- la llamada se cortó, Clara maldijo su aparato celular y lo guardó en su cartera, escuchando los golpes constantes en la cortina de metal, sentía asco y terror al saber el origen de esos terribles golpes.

SUPERVIVIENDO

Maria y Moises habian perdido a sus padres apenas unas semanas atras y no tenian familia alguna que los acogiera, de hecho no eran los unicos, la guerra habia matado a muchas personas, sin embargo Maria y Moises aun no querian morir por lo que buscaron un lugar donde pudieran esconderse del ejército o cualquier otra persona que quisiera hacerles daño; Moisés era el mayor y tenía que cuidar de María, aunque con seis años no se pudiera hacer mucho.

Encontraron una choza de madera en medio del bosque, una choza húmeda y fría pero que les ayudaría a esconderse de los enfermos y sádicos soldados. Ahí pasaron los días, Moisés salia por las noches a recolectar algunas frutas y agua para alimentarse y para alimentar a su hermana de tres años. Algunos días fueron tranquilos pero otros muy difíciles como cuando unas personas asesinaro a otras frente a la casa, esa noche Moisés tuvo que mover los cuerpos a un lugar lejano para no enfermar sicológicamente a su hermana, y así pasaron los días hasta que la guerra término y Moisés tuvo que pedir ayuda para ayudar a su pequeña hermana la cual fue adoptada por una familia rica y el, el murió sólo a la edad de treinta años como un vagabundo.

Nunca abandonemos la belleza de la vida... ni el amor de los seres amados.

AZUL

 Tatiana nunca había probado algo tan delicioso, su madre apenas conseguía un poco de dinero para un par de tortillas, las cuales comían con huevos que sus tres gallinas ponían seguidamente, por suerte. Pero ellos eran, para las otras personas, para las personas “anormales”, eran diferentes, porque tenían piel blanca, ojos claros y parecían verdaderamente extranjeros, Tatiana vivía junto a su madre y su pequeño hermano, ellos eran todo para ella, y ella era todo para ellos.

Un día, mientras Tatiana regresaba de la escuela, se dio cuenta que algo andaba mal, fuera de su casa, habían dos patrullas y varios policías rondaban la casa. Ella corrió hacia su casa y encontró a su madre llorando cubriéndose el rostro con ambas manos, se veía realmente destrozada.

-¿Qué pasa amá?

-tu hermano… tu hermano…- su madre no pudo continuar, rompió en llanto.

-Unos desconocidos se han llevado a tu hermano- interrumpió un policía- al parecer su apariencia los llevo a creer que tenían buenas comodidades económicas.

-no puede ser…- Tatiana cayó hincada y rompió en llanto también.

Ni ella ni su madre podían entender porque les había ocurrido algo tan horrible a ellas, no le hacían ningún mal a nadie, no odiaban a nadie, no peleaban con nadie, pero al parecer, olvidaron que los buenos son excelentes guerreros y por esa razón poseen más problemas que otras personas.

Una llamada detuvo los sollozos, eran los secuestradores y pedían dinero a cambio, el policía fue quien contesto a la llamada y explicó que la familia era muy pobre y que no podrían pagar una suma grande de dinero, que era mejor que se entregaran y devolvieran al pequeño, pero los ladrones advirtieron que querían el dinero pues de lo contrario matarían al niño. Advirtieron que lo lanzarían al mar, porque estaba muy cerca de su localización.

Los policías comenzaron una investigación sobre la posible ubicación, rastreando la llamada y tomando como pista lo que habían mencionado sobre el mar, luego trataron de consolar a las mujeres diciéndoles que todo estaría bien y se marcharon de la casa, dejándolas solas, terriblemente solas.

La noche llegó y la madre de Tatiana se quedó profundamente dormida, pero Tatiana… Tatiana fijate que no, la verdad es que no podía dormir, no, ella pensaba muchas cosas, cosas que debía hacer ahora que su pequeño hermano, la mitad de su mundo había desaparecido y, peor aún, estaba en terrible peligro.

A la mañana siguiente, la madre de Tatiana se levantó de su cama, y al llegar a la mesa de comedor, encontró una nota, la cual estaba redactada por Tatiana con una letra medio chueca que al parecer se había escrito a la carrera.
“Mama buir a buscar a mi hermanito, lo bua rescatar, te lo bua traer sano y salvo, tequiero mama, prometo portarme bien”

La madre de Tatiana se llevó una mano al corazón y con la otra se cubrió la boca para romper en llanto, en un silencioso llanto que duró varias horas.

Tatiana buscó por tierra y cielo sin encontrar nada, buscó por semanas, y de su hermano no supo nada, hasta un día. Mientras ella caminaba entre las multitudes de un mercado saturado cerca de un famoso puerto de su país, vio a su hermanito, estaba sucio, muy delgado y un hombre alto lo sujetaba de su muñeca, ella no hizo más que correr y tomar de la mano a su hermano para separarlo del hombre.

-El es mi hermano, démelo devuelta.

-Cómo dices, yo compre este niño, es mío.

-Ayuudaaaa, policiaaaaaaa.- gritó Tatiana, entonces todo se hizo muy confuso, y a Tatiana le pareció que las cosas se movían en cámara lenta.

Personas corriendo, otras confundidas y el sonido estridente de tres disparos, Tatiana gritó y su hermanito también ¿Qué había pasado? ¿Qué pasaba? Tatiana lo descubrió al ver la camisita de su hermano empapada de un liquido carmesí, el hombre ya no estaba, pero no se fue sin antes dejar su mortífero veneno, como casi todas las personas faltas de razonamiento que envenenan con sus palabras, actos y miradas; el hermanito de Tatiana estaba muerto, y ella no hizo menos que gritar a todo pulmón y desmayarse.

Al despertar, se dio cuenta que el niño había sido enterrado ya, y que ella debía comer algo, pero ella no quiso, debía regresar lo antes posible donde su madre y decirle todo lo que había pasado, por duro que pareciera y corrió, Tatiana salió de la casa dando gracias y corriendo, llegó corriendo al autobús y se sentó en un asiento del medio, el autobús arrancó y así Tatiana se marchó de ese horrible lugar. En el autobús sonaba una hermosa melodía… “Y si llama él no le digas nunca que estoy, di que me he ido…” En un viraje, Tatiana pudo ver un hermoso paisaje, el mar, el lugar que nunca había conocido, estaba ahí, tranquilo, inmortal, eterno, el azul infinito evocaba tranquilidad y paz, algo en el interior de Tatiana le decía que todo estaría bien, que ella descansaría, porque había hecho lo que debía hacer, había luchado por quien amaba, y cuando luchamos por amor, iluminamos el mundo, somos capaces de afrontar las mas horribles tempestades, los guerreros del amor son escasos, pero si encontráramos alguno, seríamos muy felices con solo tenerlo al lado.

Tatiana estaba parada en la playa, podía sentir la arena fría bajo sus pies y la sensación de vaivén de las olas rompiendo contra su cuerpo, lentamente entró en el agua, estaba fría, estaba atardeciendo; el agua cubría ahora su cuello y el resto de su cuerpo, la corriente balanceaba su cuerpo como una bolla, pronto se hundió completamente y se quedó a vivir ahí para siempre.



Por la blanda arena que lame el mar
su pequeña huella no vuelve más.
Un sendero solo de pena y silencio llegó
hasta el agua profunda.
Un sendero solo de penas mudas llegó
hasta la espuma.
Sabe Dios qué angustia te acompañó
qué dolores viejos calló tu voz,
para recostarte arrullada en el canto
de las caracolas marinas.
La canción que canta en el fondo oscuro
del mar, la caracola.

Te vas Alfonsina con tu soledad,
¿qué poemas nuevos fuiste a buscar?
Una voz antigua de viento y de sal
te requiebra el alma y la está llevando
y te vas hacia allá como en sueños,
dormida, Alfonsina, vestida de mar.

Cinco sirenitas te llevarán
por caminos de algas y de coral
y fosforescentes caballos marinos haránuna ronda a tu lado;
y los habitantes del aguavan a jugar pronto a tu lado.

Bájame la lámpara un poco más,
déjame que duerma, nodriza, en paz
y si llama él no le digas que estoy,
dile que Alfonsina no vuelve más,
y si llama él no le digas nunca que estoy,
di que me he ido.

Te vas Alfonsina con tu soledad,
¿qué poemas nuevos fuiste a buscar?
Una voz antigua de viento y de sal
te requiebra el alma y la está llevando
y te vas hacia allá como en sueños,
dormida, Alfonsina, vestida de mar.

   A Tatiana, una guerrera del amor.

SALUDOS

Solo quiero decir, a cualquiera que por las casualidades de la vida, que se tope con este blog, que me es un placer escribir para ti... Feliz día o noche... Y recuerda soñar, solamente soñar...

viernes, 1 de julio de 2011

MAR

Ahí estaba yo, el calor era especial, perfecto, de hecho, para poder nada un rato en aquel hermoso mar caribeño, así que sin más, corrí por la arena caliente para poder llegar más rápido a la orilla de la playa; mis padres habían ido a comprar bebidas frías, estaba solo, dejaría volar mi imaginación, soñaría que era un pirata, o tal vez un capitán con su barco a punto de hundirse, o que podía controlar las aguas del océano o hablar con los animales marinos, que hermoso.

 Sumergí todo mi cuerpo lentamente -que sensación más placentera-  el agua tibia era perfecta para todo, tenía tanto tiempo de no jugar en la playa...

Pero veo algo moverse a la distancia, y se acerca velozmente en mi dirección, debe ser una serpiente marina, o peor aun ¡un tiburón! Debo salir inmediatamente del agua, estoy solo, si algo pasase, nadie podría socorrerme, debo salir ahora mismo...

Pero lo que ocurrió a continuación es algo que ni siquiera tu creerás. No era una serpiente ni mucho menos un tiburón, lo que salió del agua era un extraño ser, mitad humano, mitad pez, un sirenido; tenía el cabello largo y unos ojos juguetones, su aleta era de un azul intenso y se sentó en la arena mojada.

-Hola- dijo en idioma humano, específicamente español.

-Ho...hola- dije tartamudeando (el hablar no es lo mío y menos si estoy nervioso).

-Me llamo Eusebus- caballero de las huestes marinas- dijo.

-Pues yo soy....

-Se tu nombre y también a que te dedicas, el objetivo de este encuentro no es casualidad, el reino al que pertenezco quiere formar alianza con el reino de los des-aletados.

-Pero yo.... Apenas y conozco a mis vecinos... No soy un representante de nada, tampoco se muy bueno hablando en publico....

-Tranquilo, tranquilo, bastará con una carta, y es esta- Eusebus "el sireno de la aleta azul" me entregó una botella con un papel enrollado dentro.- Debes colocarlo en la quinta banca del camino del puerto a las seis horas y treinta y dos minutos de la tarde, hora exacta, si te retrasas, todo estará perdido, ahora debo irme porque tus padres vienen...- Eusebus se sumergió en el cálido mar y despareció.

Mis padres llegaron dos minutos después y yo estaba sentado sin poder moverme, estupefacto por lo que acaba de ver, nadie lo creería, ni siquiera tu, estoy seguro, ahora debía realizar la tarea que me había encomendado un ser que se supone solo era parte de la mitología antigua.

domingo, 26 de junio de 2011

LA CASA EN EL MAR 2

La casa era hermosísima, el techo finamente decorado con candelabros de cristal, las paredes con recuadros modernos que hacían juego con los sillones con extrañas formas curvas, grandes ventanales dejaban pasar la escasa luz de los alrededores; de hecho, solamente el vestíbulo era del tamaño de la casa de Andrés y Sara.

-¿cómo hiciste para lograr comprar semejante casa?- preguntó Andrés emocionado.

-Cuando uno se lo propone, puede incluso regresar de la muerte- dijo Alberto, a lo que le siguió una risotada.- pero díganme ¿les gusta?

-¿Qué si nos gusta? Es hermosa, es increíble.- dijo admirado Andrés.

-Tú sabes, mi querido Andrés, que lo mío es tuyo también- dijo Alberto, Andrés sonrió únicamente.

Sara y Andrés se sentaron en un cómodo sillón al lado de la puerta principal, no dejaban de verse, tratando de decir que nunca antes habían estado en una casa como esa, tan hogareña y a la vez tan grande, tan cálida y a la vez en medio de un frío mar; minutos después apareció la esposa de Alberto, una hermosa mujer morena y delgada con una expresión cariñosa en el rostro.

-Bienvenidos a nuestra casa, tú debes ser el amigo de Alberto ¿verdad?

-si, soy yo.

-Y tú… debes ser la esposa de él.

-si, un gusto, me llamo Sara.

-El gusto es mío, por recibirlos en nuestra casa, mi nombre, por cierto, es Lorena.- Lorena sonrió más ampliamente que nunca mientras apretujaba cariñosamente las manos de Sara.

-Siéntanse cómodos, siéntanse en su casa ¿porqué no salen a dar una vuelta al jardín?

Andrés miró traviesamente a Sara y luego asintió, ambos se pusieron de pie y Lorena les indicó dónde debían ir para llegar al patio; subieron unas escaleras que había al final de un largo pasillo, las escaleras tenían al lado izquierdo pared de concreto y al derecho una enorme pared de cristal que dejaba pasar los pocos rayos solares que iluminaban el cielo. Llegaron hasta otro largo pasillo con muchas puertas, un pasillo muy parecido a los que se pueden encontrar en los hoteles, caminaron y caminaron sin encontrar nada sobresaliente, hasta que llegaron al final del pasillo; el final no era más que una pared de concreto tapizada con terciopelo gris, pero de la última habitación salió un pequeño niño, vestía con ropa muy elegante y llevaba un oso de peluche en una mano. En un principio, Sara ahogó un gritito de susto, pero cuando cayó en la cuenta, se agachó llevándose las manos a las rodillas y habló al niño:

-Hola, amiguito ¿cómo te llamas?-el niño dudo por un momento y luego respondió inocentemente:

-Me llamo Sebastián, Paolo Sebastián Galliano.

-Oh, qué bonito nombre, si, muy bonito- dijo Sara sonriendo, aunque la sonrisa no fue reciproca, de hecho el niño se veía muy asustado ante la presencia de Sara.

Una vez terminada la micro-conversación, el pequeño Sebastián corrió a las escaleras por donde Sara y Andrés subieron.

-Pues, no veo ningún acceso al patio interior- dijo Andrés.

-exploremos- dijo Sara con tono burlón y abrió la puerta de donde había venido el pequeño Sebastián, era una enorme sala de estar decorada con tapiz de colores pastel; la habitación estaba conectada a otra más amplia aún, la cual tenía muchos juegos para niños, un pequeño tobogán, una cama en forma de automóvil, cubos de colores regados por todas partes.

-wow, tu amigo sí que tiene dinero- dijo Sara admirada a Andrés.

-Pues, cuando lo conocí no lo tenía, es raro que se pierda por años y re aparezca en un lugar muy cercano a donde vivimos y con muchísimo dinero.

-Disculpa que lo diga, pero, no será que tu amigo… bueno…

-anda, dime mujer.

-que tu amigo sea una especie de delincuente o algo por el estilo, un narcotraficante por ejemplo.

-mmm, quiero mucho a Alberto y desde que se perdió no conozco lo que hizo, es muy probable.- Sara ahogó un grito y puso rostro de preocupación.

-¿y si tiene enemigos y nos matan a todos? O.. o ¿si este preciso día descubren que es un traficante y la policía nos coge a todos?

-descuida, no creo que siendo un delincuente nos haya invitado a su casa tal cual, seguramente ganó mucho dinero en el extranjero o se gano la lotería o no sé, tantas cosas.

-bueno, bueno, confiare en ti.

-Por eso me gustas tanto- Andrés besó el cabello de Sara y salieron de la habitación.

Caminaron por el pasillo sin entrar a otra habitación, no fuera que encontraran algún cadáver o aún peor a alguien secuestrado, al menos eso era lo que pensaba Sara. Caminaron hasta llegar a la escalera con la pared a un lado y el cristal al otro, lo bajaron y regresaron a la sala de estar principal, unos segundos después apareció Lorena.

-Veo que conocieron a Sebas, dice que tiene un poco de pena de ustedes- Lorena comenzó a bajar la voz hasta susurrar- la verdad es que es muy tímido, je je je.

Lorena los condujo personalmente hasta un bello patio atrás de la casa, tenía unos columpios y una ruleta donde los niños suelen dar vueltas, tenía un pequeño lago artificial y uno sendero de piedras que lo rodeaba, al fondo, junto a un cercado que tenía una vista impresionante del mar, estaba Sebastián jugando con un caballo de madera que se mecía rítmicamente.

-¿les ha gustado el patio?- preguntó Alberto desde atrás de ellos, ambos voltearon y asintieron con la cabeza.

-Es realmente hermoso todo- dijo Sara, Alberto sonrió de oreja a oreja.

-Me da gusto que les guste, es una casa muy grande para tan pocas personas, mmm, tengo una brillante idea.

-¿si?- preguntó Andrés.

-Claro, es hora de reponer el tiempo perdido mi querido Andrés, ¿porqué no se vienen a vivir conmigo, Lorena y Sebastián? Seremos una gran familia, seremos como hermanos una vez más Andrés ¿Qué opinan?
Sara y Andrés se vieron mutuamente totalmente pasmados ante la extraña propuesta, luego vieron a Alberto al mismo tiempo y una vez más entre ellos, Alberto rio al ver esto.

-Tendremos que pensarlo, además, la mudanza será…

-no, no será ningún inconveniente, te lo aseguro, yo me encargaré de todos los gastos.

-muchas gracias, pero lo pensaremos- replicó Sara.

-bueno, bueno, claro, no tienen que hacerlo ahora mismo, pero cuando lo piensen mejor y finalmente se decidan, mi casa estará esperándolos.

-gracias- dijeron Sara y Andrés al mismo tiempo.

El resto de la mañana fue agradable, aunque el sol no se dejó ver ni por un momento. A ratos Sara y Andrés veían el mar, sus pequeñas olas romper contra la pequeña playa de piedra que se veía desde el jardín. Por fin llegó el almuerzo y los tres, Andrés, Sara y Alberto entraron a casa para comer.

La mesa era un enorme tablón de la madera más fina que existía, los platos de porcelana finísima, los cubiertos de plata con una grabación de una “g” del apellido de Alberto: Galliano. Sara los miraba y los miraba, Andrés observaba y acariciaba los platos de porcelana.

-La comida estará delicisa- dijo Alberto –Lorena es la mejor cocinera del mundo.

-Oh, no digas tonterías- dijo Lorena, que iba saliendo de la cocina con una cacerola grande, la cual deposito en la mesa y regresó por otra.

-Oh, espera, te ayudaré- dijo Sara y se puso de pie para ir a la cocina con Lorena.

-Nunca imaginé que iríamos a pasar otro momento, juntos, Andrés- dijo Alberto alegre.

-Yo tampoco, me alegra mucho que nos reunamos una vez más- dijo Andrés.

-sí, claro, y espero que tomes una buena decisión y te vengas a vivir conmigo, aquí no se está tan mal, en realidad es hermoso escuchar las olas del mar, es relajante, inclusive es una buena terapia para descansar, para dormir.

-Me imagino, el mar es muy bonito- dijo Andrés, Alberto asintió, en ese momento, Lorena y Sara regresaron con cacerolas grandes que tenían platos exquisitos.

La comida comenzó  y los cinco, se sirvieron un poco de todo, puré de papa, guisos, verduras hervidas, pan, jugos de frutas naturales. Sebas no dejaba de ver asustado a Sara y a Andrés, a cada mordisco los miraba, como si temiera que ellos le arrebatarían la comida.

-Sebas, no seas así con tus tíos- dijo Lorena, Alberto lo miró sonriendo.

-No son mis tíos- dijo desesperado Sebas, Lorena se sobresaltó.

-pronto los verás tan seguido que no tendrás más remedio que llamarlos tíos- dijo Alberto amablemente y luego sonrió a Sara y a Andrés, como esperando que ellos concluyeran alguna frase que él tenía en mente.

-oh, eso espero- dijo Andrés.

Cuando la comida acabó, todos levantaron sus platos y luego Alberto se ofreció a mostrarles a Sara y a Andrés algo especial, único, Lorena sonrió y dijo: ¿Ya está listo?- Alberto asintió.

Tomaron un camino diferente al de las escaleras y el pasillo, esta vez atravesaron dos salas que parecían ser salas de estar, para llegar a un salón muy grande el cual tenía una escena de una guerra antigua, era increíble, era como ver una guerra congelada, porque los muñecos eran de tamaño real, parecían ser egipcios, y en una tarima, altivamente, estaba la reina, vestida con atuendos lujosos de Egipto, algo curioso era que la reina se parecía un poco a Sara. Todo estaba tan bien ambientado, la arena del desierto, el calor, la luz, los muñecos parecían sudar inclusive.

-Es una réplica de una antigua batalla entre Egipto y Siria- dijo Alberto –me siento muy orgulloso de esto, yo…

-¿Hace cuanto que vives aquí?- le interrumpió Andrés.

-eh ¿cómo? Pues, no hace mucho- dijo –de hecho, no tenía planeado vivir aquí, pero al ver el ambiente, noté que era perfecto para vivir.

- es extraño que nunca haya visto la casa antes- dijo Andrés.

-eso es porque todo el tiempo hay niebla, raras veces se despeja lo suficiente como para divisar un poco  de la casa.- Andrés asintió.

La oscuridad envolvió nuevamente a Andrés, el destello parpadeante estaba de nuevo ahí, pero esta vez vio algo más, parecían ser siluetas, siluetas humanas yendo y viniendo frente a la luz roja ¿qué está pasando? Se preguntaba Andrés, intentó caminar pero Sara lo hizo despertar.

-¿Otra vez soñando despierto?

-si, lo siento je..je.

-Descuida.

-¿En qué pensabas amigo?- preguntó curioso Alberto.

-Oh, es raro, es como un recuerdo más bien, primero vi una playa, pero ayer y hoy veo oscuridad y un destello rojo parpadear.- Alberto arqueó una ceja.

-Extraño ¿verdad?- dijo Alberto.

-si, extraño, debe ser un recuerdo de la infancia.

-será mejor que no le hagas mucho caso- bien, creo que ya han visto mi replica a tamaño real de la batalla legendaria de Egipto contra Siria.

-Oye Alberto ¿puedo ocupar el baño?- preguntó Sara.

-Claro, sube por las escaleras y llegaras a un largo pasillo, es la penúltima puerta a la derecha- Sara asintió y salió del salón.

Subir las escaleras, sola, era tenebroso, y el pasillo lo era aún más, corrió hasta alcanzar la penúltima puerta de la derecha y se metió al baño con la horrible sicosis que alguien la perseguía, hizo lo que debía hacer, se lavó las manos y abrió la puerta; dejó escapar un grito al ver que Sebastián estaba justo frente a la puerta, llevaba su oso de peluche en brazos pero no tenía la mirada de susto, más bien parecía desafiar a Sara.

-em… hola sebas ¿Qué hay?

-mi nombre no es Sebastian- dijo el niño

-oh, ya veo- Sara sabía cómo los niños suelen jugar o lo que son capaces de hacer cuando tienen miedo.- Mira, quiero ser tu amiga, no te quiero hacer daño…

-Eso lo sé, Sara, yo te conozco y tu a mí, o bueno, me conocías- Sara abrió la boca con una terrible extrañeza.

-Ya va, ya va ¿cómo?- Sara comenzó a reir.

-Yo soy Alberto- dijo el niño susurrando- esta no es una casa real, Alberto no es un hombre real, Lorena no es una mujer real…

-Tienes una increíble imaginación- dijo Sara.

-No es un invento, tú sospechas de Alberto, bueno, del Alberto que les ha recibido en esta casa, yo lo sé, lo que ha ocurrido es un tanto confuso.

-haber ¿Qué ha ocurrido?- Sara comenzaba a tener miedo porque las palabras y la manera de hablar de Sebas no era de un niño.

-Morí en un accidente de tránsito, o al menos pensé que estaba muerto, el auto cayó al mar desde una carretera sobre un acantilado, era una noche fría, dentro del agua quedé inconsciente y al despertar estaba en un jardín, el jardín de esta casa, Lorena desapareció, o eso pensé, porque pronto descubrí que era este oso de peluche, estuve a punto de volverme loco al ver a un extraño Alberto y a una Lorena diferente, pensé que toda mi vida anterior había sido producto de la imaginación de un niño, pero no, no es así.

-¿Quién es entonces el Alberto con quien habla…?-Sara había creído por alguna extraña razón todo lo que el niño había dicho, porque recordaba el accidente, un accidente terrible de alguien conocido de Andrés.- Andrés se ha quedado hablando con el falso Alberto.

-váyanse de aquí, el Mar los quiere a ustedes también y hará todo lo posible para quedarse con ustedes, tal y como hizo conmigo.
Sara corrió hasta el salón, pero recordó que debía actuar naturalmente como si no supiera nada, al bajar los escalones y llegar al salón se encontró a Alberto de espaldas hablando con Andrés.

-em, regresé- Sara notó miedo en su propia voz.

Alberto volteó y Sara se mordió los labios al ver un cadáver putrefacto viéndola con sus ojos blancos haciendo un intento de sonrisa.

-Que bueno- dijo el cadáver.

-¿Qué te pasa?- dijo Andrés, ella no podía ocultar el miedo de su rostro.

-No nada, me siento enferma- dijo, creo que sería bueno regresar a casa.

-Oh, estoy seguro que Lorena tiene algunas medicinas, quédense un poco más, tenemos muchas cosas de que hablar- dijo el cadáver.

- no, no, debemos regresar ahora, Andrés- dijo Sara.

-está bien, lo que tu digas Sarita- dijo Andrés.

-Oh, pero antes, me gustaría que vieran una última cosa- dijo el cadáver.

-Está bien- dijo Andrés.

-Adelántate, ya te alcanzamos- dijo Sara nerviosa. El cadáver asintió y salió del salón, Sara se aseguró que se alejara para decir lo que iba a decir a Andrés.

-Andrés, ¿recuerdas un accidente que ocurrió hace años?

-em, he visto muchos accidentes.

-No, un auto que cayó al mar…

La oscuridad se difuminó un poco, las siluetas ahora eran solidas, agentes policiales y personas llorando, una cerca de metal doblada y separada en la carretera, un auto había golpeado eso y la cerca se había roto en dos, el auto había caído al mar, y dentro estaba…estaba Alberto. Andrés sintió un dolor inmenso en la cabeza, como si se la atravesaran por una espada afilada y sintió como algo bajaba por su nariz. Sara intentó hacer algo pero no pudo hacer nada al ver cómo salía un líquido lechoso y sanguinolento de la nariz de Andrés.

-¿Qué es eso?- preguntó Sara.

-Arde- dijo Andrés ahogadamente- arde, es… es sal.

-¿sal?- El líquido dejo de fluir de la nariz de Andrés.

-Alguien me ha dicho algo sobre el mar, que esto es una ilusión o algo parecido...

-ahora entiendo porqué no recordaba, si tomas agua de mar te volverás loco ¿sabes? Pero ahora recuerdo como luego del entierro de Alberto, fui al mar, a la playa de San Rafael y le reclamé, juré que estaría con Alberto tarde o temprano, el mar debió introducir agua y sal en mi cerebro a través de mi nariz, la neblina de ese día no debía ser neblina común, seguramente era sal y agua flotando en el aire, tenemos que irnos de aquí.
Sara y Andrés corrieron hasta la entrada de la casa, abrieron la puerta y corrieron hasta el pequeño muelle, pero Lorena estaba hincada ahí, ya no era la guapa mujer morena, ahora era esqueleto con un poco de tejidos.

-Ya nos vamos, Lorena- dijo Andrés.

-Oh, es una pena, se acerca una terrible tormenta y no creo que puedan navegar así.

-Si nos vamos ahora, seguramente lograremos llegar hasta la orilla, sanos y salvos- dijo Sara, Andrés asintió.

-No, no irán a ninguna parte- dijo el cadáver.

-regresaremos, lo prometemos- dijo nervioso Andrés.

-¿lo prometen?- dijo Lorena

-sí, claro- replicó Andrés.

-En ese caso…

-Nooooooo- una voz rugió desde la puerta de la mansión, era el cadáver que se hacía pasar por Alberto.

-suban rápido y huyan- dijo la muerta, el cadáver corrió pero al llegar al muelle la lancha estaba a varios metros de la orilla. El cadáver arremetió contra la muerta y la despedazó.

Sara pudo ver como desde una ventana el pequeño Sebas, que resultó ser Alberto, saludaba y a su lado el oso de peluche que era su amada Lorena.

-Mira, ese es Alberto- dijo Sara señalando al niño, Andrés se echó a llorar.

-Adiós colega- dijo Andrés y notaron como la casa comenzaba a diluirse en el aire neblinado.

-Me pregunto, ¿Alberto estaba muerto o no?

-claro que estaba muerto- dijo Sara, el Alberto era la esencia de él que había quedado en el mar, bueno, hace mucho leí que el mar es malo pero también es bueno, Alberto seguramente era una de las partes buenas del mar. Andrés comenzó a llorar como un niño y Sara lo abrazó con mucha fuerza mientras la lancha avanzaba hacia la orilla meciéndose con las pequeñas olas, las olas benignas del mar.


A Sara, por soñar cosas grandes.

A Andrés, por tener un enorme corazón para con todos ¡aguante Andrés!

A Vittorio por ser un gran amigo, inclusive dormido en la muerte.

A todos ustedes, por acompañarme y visitarme en mi casa en el mar.