viernes, 1 de julio de 2011

MAR

Ahí estaba yo, el calor era especial, perfecto, de hecho, para poder nada un rato en aquel hermoso mar caribeño, así que sin más, corrí por la arena caliente para poder llegar más rápido a la orilla de la playa; mis padres habían ido a comprar bebidas frías, estaba solo, dejaría volar mi imaginación, soñaría que era un pirata, o tal vez un capitán con su barco a punto de hundirse, o que podía controlar las aguas del océano o hablar con los animales marinos, que hermoso.

 Sumergí todo mi cuerpo lentamente -que sensación más placentera-  el agua tibia era perfecta para todo, tenía tanto tiempo de no jugar en la playa...

Pero veo algo moverse a la distancia, y se acerca velozmente en mi dirección, debe ser una serpiente marina, o peor aun ¡un tiburón! Debo salir inmediatamente del agua, estoy solo, si algo pasase, nadie podría socorrerme, debo salir ahora mismo...

Pero lo que ocurrió a continuación es algo que ni siquiera tu creerás. No era una serpiente ni mucho menos un tiburón, lo que salió del agua era un extraño ser, mitad humano, mitad pez, un sirenido; tenía el cabello largo y unos ojos juguetones, su aleta era de un azul intenso y se sentó en la arena mojada.

-Hola- dijo en idioma humano, específicamente español.

-Ho...hola- dije tartamudeando (el hablar no es lo mío y menos si estoy nervioso).

-Me llamo Eusebus- caballero de las huestes marinas- dijo.

-Pues yo soy....

-Se tu nombre y también a que te dedicas, el objetivo de este encuentro no es casualidad, el reino al que pertenezco quiere formar alianza con el reino de los des-aletados.

-Pero yo.... Apenas y conozco a mis vecinos... No soy un representante de nada, tampoco se muy bueno hablando en publico....

-Tranquilo, tranquilo, bastará con una carta, y es esta- Eusebus "el sireno de la aleta azul" me entregó una botella con un papel enrollado dentro.- Debes colocarlo en la quinta banca del camino del puerto a las seis horas y treinta y dos minutos de la tarde, hora exacta, si te retrasas, todo estará perdido, ahora debo irme porque tus padres vienen...- Eusebus se sumergió en el cálido mar y despareció.

Mis padres llegaron dos minutos después y yo estaba sentado sin poder moverme, estupefacto por lo que acaba de ver, nadie lo creería, ni siquiera tu, estoy seguro, ahora debía realizar la tarea que me había encomendado un ser que se supone solo era parte de la mitología antigua.

No hay comentarios:

Publicar un comentario