Tatiana nunca había probado algo tan delicioso, su madre apenas conseguía un poco de dinero para un par de tortillas, las cuales comían con huevos que sus tres gallinas ponían seguidamente, por suerte. Pero ellos eran, para las otras personas, para las personas “anormales”, eran diferentes, porque tenían piel blanca, ojos claros y parecían verdaderamente extranjeros, Tatiana vivía junto a su madre y su pequeño hermano, ellos eran todo para ella, y ella era todo para ellos.
Un día, mientras Tatiana regresaba de la escuela, se dio cuenta que algo andaba mal, fuera de su casa, habían dos patrullas y varios policías rondaban la casa. Ella corrió hacia su casa y encontró a su madre llorando cubriéndose el rostro con ambas manos, se veía realmente destrozada.
-¿Qué pasa amá?
-tu hermano… tu hermano…- su madre no pudo continuar, rompió en llanto.
-Unos desconocidos se han llevado a tu hermano- interrumpió un policía- al parecer su apariencia los llevo a creer que tenían buenas comodidades económicas.
-no puede ser…- Tatiana cayó hincada y rompió en llanto también.
Ni ella ni su madre podían entender porque les había ocurrido algo tan horrible a ellas, no le hacían ningún mal a nadie, no odiaban a nadie, no peleaban con nadie, pero al parecer, olvidaron que los buenos son excelentes guerreros y por esa razón poseen más problemas que otras personas.
Una llamada detuvo los sollozos, eran los secuestradores y pedían dinero a cambio, el policía fue quien contesto a la llamada y explicó que la familia era muy pobre y que no podrían pagar una suma grande de dinero, que era mejor que se entregaran y devolvieran al pequeño, pero los ladrones advirtieron que querían el dinero pues de lo contrario matarían al niño. Advirtieron que lo lanzarían al mar, porque estaba muy cerca de su localización.
Los policías comenzaron una investigación sobre la posible ubicación, rastreando la llamada y tomando como pista lo que habían mencionado sobre el mar, luego trataron de consolar a las mujeres diciéndoles que todo estaría bien y se marcharon de la casa, dejándolas solas, terriblemente solas.
La noche llegó y la madre de Tatiana se quedó profundamente dormida, pero Tatiana… Tatiana fijate que no, la verdad es que no podía dormir, no, ella pensaba muchas cosas, cosas que debía hacer ahora que su pequeño hermano, la mitad de su mundo había desaparecido y, peor aún, estaba en terrible peligro.
A la mañana siguiente, la madre de Tatiana se levantó de su cama, y al llegar a la mesa de comedor, encontró una nota, la cual estaba redactada por Tatiana con una letra medio chueca que al parecer se había escrito a la carrera.
“Mama buir a buscar a mi hermanito, lo bua rescatar, te lo bua traer sano y salvo, tequiero mama, prometo portarme bien”
La madre de Tatiana se llevó una mano al corazón y con la otra se cubrió la boca para romper en llanto, en un silencioso llanto que duró varias horas.
Tatiana buscó por tierra y cielo sin encontrar nada, buscó por semanas, y de su hermano no supo nada, hasta un día. Mientras ella caminaba entre las multitudes de un mercado saturado cerca de un famoso puerto de su país, vio a su hermanito, estaba sucio, muy delgado y un hombre alto lo sujetaba de su muñeca, ella no hizo más que correr y tomar de la mano a su hermano para separarlo del hombre.
-El es mi hermano, démelo devuelta.
-Cómo dices, yo compre este niño, es mío.
-Ayuudaaaa, policiaaaaaaa.- gritó Tatiana, entonces todo se hizo muy confuso, y a Tatiana le pareció que las cosas se movían en cámara lenta.
Personas corriendo, otras confundidas y el sonido estridente de tres disparos, Tatiana gritó y su hermanito también ¿Qué había pasado? ¿Qué pasaba? Tatiana lo descubrió al ver la camisita de su hermano empapada de un liquido carmesí, el hombre ya no estaba, pero no se fue sin antes dejar su mortífero veneno, como casi todas las personas faltas de razonamiento que envenenan con sus palabras, actos y miradas; el hermanito de Tatiana estaba muerto, y ella no hizo menos que gritar a todo pulmón y desmayarse.
Al despertar, se dio cuenta que el niño había sido enterrado ya, y que ella debía comer algo, pero ella no quiso, debía regresar lo antes posible donde su madre y decirle todo lo que había pasado, por duro que pareciera y corrió, Tatiana salió de la casa dando gracias y corriendo, llegó corriendo al autobús y se sentó en un asiento del medio, el autobús arrancó y así Tatiana se marchó de ese horrible lugar. En el autobús sonaba una hermosa melodía… “Y si llama él no le digas nunca que estoy, di que me he ido…” En un viraje, Tatiana pudo ver un hermoso paisaje, el mar, el lugar que nunca había conocido, estaba ahí, tranquilo, inmortal, eterno, el azul infinito evocaba tranquilidad y paz, algo en el interior de Tatiana le decía que todo estaría bien, que ella descansaría, porque había hecho lo que debía hacer, había luchado por quien amaba, y cuando luchamos por amor, iluminamos el mundo, somos capaces de afrontar las mas horribles tempestades, los guerreros del amor son escasos, pero si encontráramos alguno, seríamos muy felices con solo tenerlo al lado.
Tatiana estaba parada en la playa, podía sentir la arena fría bajo sus pies y la sensación de vaivén de las olas rompiendo contra su cuerpo, lentamente entró en el agua, estaba fría, estaba atardeciendo; el agua cubría ahora su cuello y el resto de su cuerpo, la corriente balanceaba su cuerpo como una bolla, pronto se hundió completamente y se quedó a vivir ahí para siempre.
Por la blanda arena que lame el mar
su pequeña huella no vuelve más.
Un sendero solo de pena y silencio llegó
hasta el agua profunda.
Un sendero solo de penas mudas llegó
hasta la espuma.
Sabe Dios qué angustia te acompañó
qué dolores viejos calló tu voz,
para recostarte arrullada en el canto
de las caracolas marinas.
La canción que canta en el fondo oscuro
del mar, la caracola.
Te vas Alfonsina con tu soledad,
¿qué poemas nuevos fuiste a buscar?
Una voz antigua de viento y de sal
te requiebra el alma y la está llevando
y te vas hacia allá como en sueños,
dormida, Alfonsina, vestida de mar.
Cinco sirenitas te llevarán
por caminos de algas y de coral
y fosforescentes caballos marinos haránuna ronda a tu lado;
y los habitantes del aguavan a jugar pronto a tu lado.
Bájame la lámpara un poco más,
déjame que duerma, nodriza, en paz
y si llama él no le digas que estoy,
dile que Alfonsina no vuelve más,
y si llama él no le digas nunca que estoy,
di que me he ido.
Te vas Alfonsina con tu soledad,
¿qué poemas nuevos fuiste a buscar?
Una voz antigua de viento y de sal
te requiebra el alma y la está llevando
y te vas hacia allá como en sueños,
dormida, Alfonsina, vestida de mar.
A Tatiana, una guerrera del amor.
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